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2x19 LA INOCENCIA PERDIDA

Era un lugar oscuro. El cuerpo de Melinda estaba apoyado en el suelo, en una postura fetal. Las lágrimas brotaban lentamente por su rostro, en absoluto silencio, mientras que la tenue luz que pasaba bajo el quicio de la puerta se reflejaba en sus vidriosos ojos, dándole un aspecto profundamente melancólico. Melinda se sentía abatida. Por alguna inexplicable razón, su corazón le decía que a pesar de que llevaba una vida perfecta, esto sólo era la calma que precede a una horrible tormenta. La sensación de que el dolor llegaría a su vida era continua, y su instinto no paraba de repetirle que había cosas que ella aun no sabía, cosas cruciales. ¿Por qué ella veía esos augurios de muerte? ¿Por qué Wyatt y Prue les habían abandonado? Y lo que más le inquietaba: ¿qué es lo que le ocultaba Jared? Pero el miedo a que todo cambiase irremediablemente le impedía buscar las respuestas, y eso le hacía sentirse tremendamente frustrada.
Melinda estaba completamente ensimismada en sus pensamientos, mientras las lágrimas recorrían tiernamente sus mejillas y su nariz, hasta posarse delicadamente en el frío suelo en un pequeño charquito. Entonces, el vibrador del móvil, indicándole batería baja, sacó bruscamente a Melinda de su pequeño trance. Se incorporó lentamente y procedió a encender el interruptor de una sala que estaba llena de cajas con botellas vacías. Era el almacén del P3. Melinda cogió su bolso, sacó un pequeño espejo y procedió a limpiar los efectos de su llantina. Al abrir la puerta, volvía a estar perfecta. O al menos, como quería que todo el mundo la viese.

PATRICIA: ¿Estás bien? Has tardado mucho... (Dijo algo preocupada)
MELINDA: No, todo está perfectamente (contestó con una sonrisa fingida) Eh... se me había caído el bolso al suelo... y tuve que rebuscar entre las cajas para recogerlo todo...
PATRICIA: Claro, el bolso... (Dijo irónicamente, mientras entornaba los ojos) Por cierto, ya he limpiado todas las mesas. No hace falta que me des las gracias...

Melinda notó el tono cortante de Patricia. Obviamente, estaba molesta por haber tenido que limpiar ella sola las mesas mientras Melinda se había encerrado cerca de 20 minutos en el almacén con la excusa de llevar una caja con botellas vacías, pero Melinda ignoró por completo las señales, por lo que Patricia puso una cara de ira indescriptible y comenzó a maldecir a Melinda en voz baja. Esa, particularmente, no había sido una gran noche para el P3. Patricia había hecho todo lo que pudo para mantenerlo a flote mientras Melinda estaba de baja por maternidad, pero su irregular gestión les estaba pasando factura: el club apenas cubría gastos. Entonces, el ruido de unos tacones por la escalera perturbaron el silencio absoluto de la madrugada. Melinda y Patricia abandonaron sus tareas para observar a la mujer a la que pertenecían esos zapatos. Era alta, de aspecto latino y hermosa. No más de 35 años. Llevaba un abrigo de visón que le llegaba casi hasta las rodillas y que parecía muy caro.

MELINDA: Disculpe señora, pero el club está a punto de cerrar... (le advirtió con amabilidad)
MUJER: (observando el club con desprecio) Nunca tomaría nada en este... sitio. (Melinda la fulminó con la mirada) No, estoy buscando a Patricia Halliwell. Tengo entendido que trabaja aquí.
PATRICIA: Sí, soy yo. ¿Nos conocemos? (preguntó confusa)
MUJER: Me llamo Rebecca Mejía. (Respondió con firmeza)
PATRICIA: ¿Rebecca Me...? ¡Ohhh! (saltó avergonzada)
REBECCA: Veo que Alejandro te ha hablado de mí... (Dijo sonriente mientras abría su abrigo y dejaba entrever su enorme barriga)
PATRICIA: Así es. Tú eres esa ex-mujer de la que tan bien habla... (Contestó irónicamente entre risas)

Rebecca se aproximó lentamente hasta tener frente a frente a Patricia, lo que hizo que, a pesar de estar embarazada, le produjera cierto temor. Había algo en esa mujer que imponía un terrible respeto.

REBECCA: Mide tus palabras, niñata rubita. (Dijo con gran ira, casi apretando los dientes) Alejandro y yo legalmente seguimos siendo esposos. Así pues, Alejandro aun es mío, y vamos a criar juntos este bebé fruto del amor que nos profesamos mutuamente. Y te advierto una cosa: si osas volver a interponerte en nuestro matrimonio, ¡juro por Dios que acabaré contigo!

Rebecca se aproximó lentamente a la salida con una enorme sonrisa en su rostro, mientras Patricia miraba incrédula y Melinda se quedaba con la boca abierta.

PATRICIA: Genial, lo que me faltaba... (Dijo apesadumbrada)
MELINDA: ¡¡Pero qué pedazo de zorra!! (Saltó sorprendida)

Tras este insólito incidente, Melinda y Patricia se dispusieron a apagar las luces y cerrar el club. Ambas se sentaron en el coche y no dijeron ni una sola palabra durante el trayecto. En una situación normal, tanto silencio habría alarmado a ambas; sin embargo, cada una estaba absorta en sus propios pensamientos.
Antes de que se diesen cuenta, ya habían llegado al barrio residencial y Melinda se dispuso a aparcar el coche en la entrada de la mansión. Mientras Melinda colocaba el freno de mano, Patricia cogió los abrigos y los bolsos de ambas. Todo muy mecánico, muy frío, sin pensar. Patricia y Melinda finalmente entraron en la casa, y tras un leve y forzado “buenas noches”, sus caminos se separaron en el pasillo del primer piso.
La casa estaba completamente en penumbra. Todos se habían acostado ya, sin embargo se podía observar la luz bajo el quicio de la puerta del cuarto de Melinda y Jared y el débil sonido de una melodía empapaba dulcemente el aire de la madrugada. Melinda se aproximó lentamente a la puerta mientras bostezaba, y con cuidado de no hacer ruido, se dispuso a abrirla. Dentro encontró a Jared con unas enormes ojeras, acunando en sus brazos a la todavía despierta Bianca mientras le tarareaba y canturreaba.

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JARED: ¿Acabáis de cerrar? (preguntó sonriente)
MELINDA: Así es. ¿Ocurre algo? (dijo con un tono tosco)
JARED: No es nada, sólo que parece que aun va a tardar bastante en dormir toda la noche de un tirón (señaló restándole importancia)
MELINDA: Ah, vale. ¿Y eso? (preguntó burlona, señalando el reproductor de CDS)
JARED: ¡Oye, no te rías! Es una antigüedad de mi padre, uno de los últimos modelos que se fabricaron. (Contestó con orgullo)
MELINDA: ¡Bueno, bueno! ¿Y qué es eso que has puesto? (preguntó entre curiosa y escéptica)
JARED: Es una canción que me solía cantar mi madre para que durmiese. Pensé que a Bianca le gustaría... (Contestó inseguro)
MELINDA: Ah, vale... (Afirmó sonriente)
JARED: Ven aquí... (Le señaló seductoramente)
Melinda se acercó lentamente y rodeó cuidadosamente con sus brazos el pecho de Jared, sintiendo su calor y el de su pequeña. Jared besó a Melinda en el pelo.
MELINDA: Cómo me alegra que vuelvas a acercarte a nuestra hija... (Dijo entre suspiros)
Jared, que lo había oído, se separó con rapidez de Melinda y la miró con cara de estupefacción.
JARED: ¡¿Qué?! (Saltó sorprendido)
MELINDA: Bueno... es sólo que desde que nació Bianca te he notado distante y esquivo hacia... ella. (Dijo tranquilamente, evitando la palabra “nosotras” por “ella”) Y lo entiendo. Es normal que para un hombre la paternidad sea...
JARED: ¡¿Pero cómo te atreves a decirme eso?! (la cortó enervado)
DAG: (entrando por sorpresa) Disculpad, pero es que estáis haciendo demasiado ruido. No acabo de entender del todo esos convencionalismos sociales que tenéis respecto al movimiento del Sol sobre el horizonte, pero Chris me dijo, palabras textuales: “¡¡¡SI VUELVES A HACER RUIDO EN MITAD DE LA NOCHE TE CORTO LAS PELOTAS CON MIS PROPIAS MANOS!!!” (Les advirtió con seriedad)
MELINDA: ¡¿Qué?! (Dijo incrédula, mirando a Jared)
DAG: Oh... pues verás, según la enciclopedia es cuando un hombre agarra firmemente la bolsa escrotal de otro y estira...
JARED: Dag... (Dijo interrumpiéndole)
DAG: ¿Ocurre algo, Jared? (preguntó con curiosidad)
JARED: Ahora no. (le indicó a Dag mientras se acariciaba con fuerza la sien, tras lo que volvió a dirigirse a Melinda ) Tú eres la que tras dar a luz a nuestra hija se encerró en sí misma y le impidió a nadie tocarla siquiera.
MELINDA: ¡¡Eso no es cierto!! ¡¡¡Retíralo!!! (Dijo elevando la voz, mientras los ojos comenzaban a lagrimear)
JARED: Tienes razón... ¡El único que podía tocar a Bianca aparte de ti es este imbécil! (replicó enfadado mientras señalaba a Dag. Obviamente, la falta de sueño le estaba afectando)
DAG: ¿Soy un imbécil? (preguntó confuso) Desconozco el término, pero si está relacionado con el placer porque te retuerzan la bolsa escrotal, creo que te equivocas de persona...
MELINDA&JARED: ¡¡¡Cállate!!! (Gritaron al unísono, provocando que Bianca comenzase a llorar)
DAG: Será mejor que me lleve a la pequeña…
Dag se acercó con tranquilidad a Jared, con los brazos alzados en señal de que le pasara el bebé. Sin embargo, Jared emitió lo que pareció un gruñido de ira, ante lo que Dag dio un veloz saltito hacia atrás mientras inexplicablemente dirigía sus manos a proteger su entrepierna.
MELINDA: ¡¡¡Y qué te esperas!!! (Chilló furiosa, mientras Jared agarraba con más fuerza su sien) ¡Estoy harta con todo lo que está pasando ahora! Y encima están esos secretos tan misteriosos que guardas y de los que no me dices nada, ¡y que te juro por Dios que si no te he preguntado antes es porque me daba pánico descubrir la mierda que escondes! ¡¿Cómo esperas entonces que no me centre en MI HIJA, que es lo único estable y feliz en mi puñetera vida?
Melinda estaba roja de ira, mirando a Jared con cierto desprecio mientras que él le devolvía una mirada de incomprensión. La bronca entre ambos estaba siendo épica, y había conseguido despertar a todos los habitantes de la mansión Halliwell, que a pesar de estar con un sueño tremendo tenían la oreja pegada a la puerta con una sonrisa en la cara como si de ancianas viendo una telenovela se tratasen.
Melinda no paraba quieta en la habitación, yendo de un lado para otro, mientras que Jared la seguía con la mirada mientras sujetaba su cabeza con la mano izquierda bastante dolorido.
MELINDA: ¿Hay otra mujer? (preguntó lo más calmada posible, intentando mantener la compostura)
JARED: ¿Qué? ¡¿Pero qué clase de pregunta es esa?! Eso no es digno de una respuesta...
PHOEBE: Oh, oh… (Dijo a través de la puerta)
CHRIS: Mala respuesta… (Dijo a través de la puerta)
Dag, al oír unas voces extrañas en la habitación, se dirigió a la puerta y la abrió de par en par. Al instante, Phoebe, Chris, Patricia, Rachel y Bobbie cayeron al suelo, llevándose un buen porrazo.
DAG: (alternando la mirada entre Jared y Melinda y el resto tirados en el suelo) Vale, ¡me apunto! (dijo sonriente mientras se tiraba encima de aquella mole de personas, haciéndolas emitir otro quejido de dolor)
MELINDA: (incrédula) ¡¿Pero que puñetas estáis haciendo?!
JARED: ¡Melinda! (le llamó con urgencia)
MELINDA: ¡¡¡QUÉEEE!!! (Gritó con ira mientras se daba la vuelta para mirarle a la cara)
JARED: Coge a Bianca… (Le ordenó con amabilidad, aunque con un hilo de voz)
MELINDA: ¡¡¡JAAA!!! ¡Qué pronto te hartas de TU HIJA, cuando hace un minuto me decías que…! (le recriminó con dureza)
JARED: ¡¡¡MELINDA, COJE A BIANCA POR FAVOOOOOR!!! (le volvió a ordenar, esta vez entre gritos, mientras se agarraba la cabeza con la mano con fuerza mientras una mueca de intenso dolor cruzaba su rostro)
Melinda, al ver el rostro de su esposo, corrió a coger a su bebé. Llegó a tiempo de cogerla justo antes de que Jared cayera al suelo, mientras convulsionaba violentamente…




En una habitación blanca con toques de madera antigua, Alice se desperezaba lentamente en la cama con bisel. Apenas quedaban unas ascuas del fuego de la chimenea, aunque la temperatura seguía siendo agradable. Alice miró hacia todos los lados completamente confusa. No sabía cómo había llegado hasta allí, ni quien le había puesto aquel precioso camisón de seda color celeste, pero por extraño que pareciese, se sentía como en casa. Entonces dirigió su mirada hacia la mesilla, en la que encontró una bandeja con el desayuno, una orquídea blanca y una nota. Alice cogió la nota y la desdobló con cuidado entre sus manos. “Te espero en el embarcadero”, decía.
Alice ignoró el desayuno y agarró con cuidado la flor, la acercó a su nariz y aspiró intensamente su aroma. Era maravilloso. No sólo porque la flor emanase una agradable fragancia, sino porque inspiraba una sensación de paz indescriptible, desconocida hasta entonces para ella. Volvió a colocar la flor en la mesilla, se levantó y se dirigió lentamente hacia el armario, del que cogió una gruesa y elegante bata color lavanda que olía a fruta fresca.
Alice se dirigió a la ventana y corrió las cortinas. El paisaje era espléndido. Era un lugar recóndito, rodeado de enormes coníferas y con un extenso lago de aguas cristalinas, y la luz del amanecer hacía resaltar los colores del ambiente de una forma muy romántica. A los pies del embarcadero, Alice divisó la figura de un hombre de espaldas de cabello oscuro.
ALICE: ¿James? (preguntó para sí, dudosa)
Alice bajó con rapidez las escaleras y llegó al porche de la cabaña, donde podía divisar con mayor claridad aquella figura que le daba la espalda. Tras dudar durante unos instantes, Alice decidió encaminarse por las tablas del pequeño embarcadero hasta llegar al final, a escasos metros de aquel hombre.
ALICE: ¿Dónde estamos? ¿Por qué me has traído aquí? (preguntó sonriente)
Aquel hombre, al oír las palabras de Alice, se dio la vuelta lentamente y, sin darle tiempo a reaccionar, le dio un tierno beso en los labios.
HENRY: Buenos días, cariño. (Contestó sonriente)
ALICE: Pe… Pe… Pe… Pero... (Tartamudeó desconcertada)
HENRY: Ya sé que habíamos planeado levantarnos juntos para ver el amanecer, pero he sido incapaz de despertarte. Estabas realmente preciosa dormida...
Henry contempló a Alice sonriente, casi maravillado, tras lo que la besó de nuevo en los labios. Alice, incapaz de mediar palabra, lo único que pudo hacer es llevarse los dedos a los labios, rememorando aquella sensación tan intensa.
ALICE: Esto no es real... (Respondió desconcertada, tras lo que Henry le sonrió)
HENRY: Es tan real como quieras que sea. Este es “nuestro sitio”.
ALICE: Pero... ¡pero yo no puedo vivir entre sueños! (replicó indignada)
HENRY: No tendría por qué ser un sueño. Sólo debes escoger... (Respondió sonriente)
La duda inundaba el corazón de Alice. Ella miraba a todos lados, sintiendo la paz que le inspiraba aquel lugar. Miró a Henry. Por alguna razón, ella se sentía segura a su lado.
ALICE: ¡Noooo! (dijo con lágrimas en los ojos) ¡Yo amo a James!
Tras decir esto, el cielo se ennegreció. Aterradores truenos surcaron los cielos, mientras comenzaba a caer una lluvia de fuego. “Su sitio” se estaba desmoronando, poco a poco se consumía. Alice sintió entonces una presencia a su espalda...
JAMES: Ven conmigo, Alice (dijo en un tono casi imperativo)
ALICE: ¿James? (susurró mirando por un segundo hacia atrás, tras lo que su vista regresó a Henry)
HENRY: Te estaré esperando. Intentaré resistir todo lo que pueda... (Le dijo con tristeza en los ojos) Ahora, ¡tienes que despertar!
ALICE: ¡Aaaaah! (Gritó sobresaltada)
Alice se despertó en los aposentos de La Fuente, completamente empapada en sudor. El corazón le latía a mil por hora. Miró al otro lado de la cama, pero James no estaba. Alice cogió su ropa y se arregló con rapidez, y fue corriendo por el inframundo en su busca. Estuvo caminando durante bastante tiempo por las cavernas y las interminables galerías, pero finalmente le localizó en una sala del trono abandonada. Estaba hablando con un demonio de aspecto anciano, y parecía bastante enfadado. Alice decidió esconderse en un recoveco entre las rocosas paredes y escuchar con atención.
DEMONIO: … Lo lamento, mi señor, pero por más que me grite no van a cambiar los hechos.
JAMES: ¡¡Esa asquerosa zorra!! Se atrevió a plantarme cara con aquel puñetero mocoso, ¡¡¡A MÍ!!! (Gritó furioso)
DEMONIO: Nahia es una poderosa demonio, y su facción de la rosa negra le es tremendamente fiel. Tiene suficiente poder en el inframundo, pero ansía su trono. (Le advirtió con calma)
JAMES: ¿Crees que no lo sé? Pero no lo entiendo. (Admitió desconcertado) Me he enfrentado a ella en innumerables ocasiones, pero en ninguna he estado mínimamente cerca de derrotarla.
DEMONIO: Es una tragedia, mi señor.
JAMES: ¡¡¡AAAGH!!! (Vociferó iracundo mientras cogía una vasija y la lanzaba con fuerza, provocando una explosión que hizo retumbar la caverna) ¡¡¡SOY LA PUÑETERA FUENTE DE TODO MAL!!! ¡¡¡MI PODER DEBERÍA SER ABSOLUTO!!! ¡¡¡DEBERÍA HACER QUE ESA PUTA SE ARRODILLASE CON MOVER SÓLO UN DEDO!!!
DEMONIO: Entiendo su consternación, mi señor, pero…
JAMES: ¡¡¡Nada de peros!!! (Se quejó enfadado) ¡¡¡Quiero saber qué le pasa a mis poderes!!!
DEMONIO: Mi señor, creo que existe la posibilidad de que su parte humana esté conteniendo sus poderes demoníacos.
JAMES: ¡¿Mi parte…?! (Dijo confuso) ¡¡¡He renunciado totalmente a mi humanidad por el poder y el trono del inframundo!!!
DEMONIO: Lo entiendo perfectamente, mi señor. Pero es lo único que concuerda con lo que me está comentando.
JAMES: ¡Pero no es posible!... ¿lo es? (preguntó confundido)
DEMONIO: Cualquier sortilegio, cualquier lazo que le una al mundo humano, … por pequeño que sea, es suficiente para que su lado demoníaco quede irremediablemente atado.
JAMES: No puede ser, no hay nada que… ¡Oh! (dijo sorprendido, cambiando por completo la expresión de su rostro)
DEMONIO: Espero haberle ayudado, mi señor. Naturalmente, mantendré el contenido de esta conversación en la más absoluta confidencialidad.
JAMES: Claro… (Dijo con una sonrisa aterradora)
James, antes de que el demonio pudiese reaccionar, le lanzó una bola de fuego, haciéndole chillar de dolor justo antes de vaporizarse. Alice se estremeció al verlo, oculta en el recoveco de la pared de piedra. Se dispuso a alejarse lo más rápidamente del lugar, pero entonces…
JAMES: ¿Deseas algo, mi querida Alice? (dijo en un tono aterrador, tras lo que fluctuó y se apareció frente a Alice) Cualquiera con menos confianza aseguraría que me estabas espiando. ¿Me estás espiando, mi amor?
James se abalanzó con rapidez sobre Alice y la sujetó firmemente por el cuello. Su mirada, entre seria y furiosa, era estremecedora.
ALICE: Por supuesto que no… mi amor (dijo tajante con un hilo de voz) Tuve una pesadilla, y te echaba de menos.
A pesar de la falta de aire, Alice pudo dirigirle a James una mirada cargada de sensualidad. James, manteniendo su expresión, acercó lentamente sus labios hasta rozar los de Alice, manteniendo la opresión sobre su cuello.
JAMES: Comprendo… (Dijo mientras aliviaba paulatinamente la presión sobre su cuello) Lamento lo sucedido. Últimamente estoy sometido a mucha presión y creo que estoy empezando a desvariar. Te amo, pero no sé que haría si me traicionases…
Alice se quedó durante unos instantes mirándole fijamente a los ojos, intentando mantener la compostura. Entonces, James se abalanzó sobre ella nuevamente, esta vez para besarla en los labios apasionadamente. Por algún extraño motivo, aquel beso hizo que el vello de Alice se erizase…

En el Hospital General de Chicago, en la sala de espera, el ambiente de completo silencio era inquietante. Patricia miraba al techo, contando en silencio el número de baldosas de escayola que contenía el techo. A su lado, Rachel se apoyaba sobre su hombro, intentando calmar los nervios a flor de piel que tenía. No se sentía cómoda en los hospitales desde que tuvo que ir a reconocer el cadáver de Helen al depósito. Henry se encontraba entre Rachel y Esther, aferrando con fuerza entre sus dedos las manos de ambas. Chris daba vueltas de un lado para otro, farfullando cosas sin sentido y mirando continuamente el reloj. Phoebe estaba al lado de Patricia, aunque un par de asientos alejada, y se balanceaba lentamente mientras se sujetaba firmemente la cabeza con las dos manos…
PHOEBE: ¡No puedo más! (dijo repentinamente, mientras se estiraba en su asiento y echaba la cabeza para atrás)

PATRICIA: ¿Ocurre algo? (preguntó unos instantes después, saliendo de su ensimismamiento)
PHOEBE: Es… insoportable. Este hospital, tanto dolor concentrado en un solo sitio… (Confesó abrumada)
PATRICIA: Pensaba que la poción que te dio Owen anularía tu empatía… (Le susurró al oído)
PHOEBE: Owen… (Dijo con la mirada perdida y llena de tristeza) Él me dijo que no había garantías. Últimamente noto que están desapareciendo sus efectos (le susurró a Patricia)
PATRICIA: ¡Ah! Siento habértelo recordado… (Se disculpó en voz baja)
PHOEBE: … Es igual. Owen era… bueno, supongo que es el pasado. No sé, hace mucho que no le veo, aunque aún me duele mucho… (Se quedó pensativa durante unos segundos) Da igual. No es justo que ahora me preocupe por estas tonterías. Debemos apoyar a Melinda…
Tras decir aquello, todos se quedaron mirando fijamente a Melinda. Estaba sola, apoyada de pie junto a una esquina, con una expresión de indescriptible tristeza en su rostro, aunque no lloraba. Ninguno sabía qué hacer, o qué decir, por lo que el incómodo y aterrador silencio volvió a reinar en aquella pequeña zona del hospital. Repentinamente, Esther se puso en pie. Se le notaba cansada de estar sentada en esas incómodas sillas de hospital durante horas.
ESTHER: Voy a la máquina del pasillo a coger un refresco. ¿Alguien quiere que le traiga algo? (preguntó amablemente)
CHRIS: No, gracias.
PATRICIA: ¿Puedes traerme un té con limón?
HENRY: No tengo ganas de beber nada… (Dijo con la mirada perdida)
RACHEL: Yo tampoco… (Contestó con un hilo de voz, mientras una lágrima se derramaba por su rostro)
PHOEBE: A mí una botella de agua, por favor. (Respondió mientras rebuscaba en su bolsa un analgésico para el dolor de cabeza)
ESTHER: De acuerdo, enseguida vuelvo.
Esther se encaminó hacia el pasillo, pero se paró justo cuando llegó hasta la posición de Melinda.
ESTHER: Melinda, voy a coger algunos refrescos de la máquina. ¿Quieres que te traiga algo?MELINDA: …
ESTHER: ¿Estás bien? (preguntó preocupada)
MELINDA: …

ESTHER: … Está bien, ahora vuelvo. (Le indicó a Melinda, tras desistir de que le contestase)
Esther se dirigió hacia el pasillo, girando la cabeza a cada momento para comprobar el estado de Melinda. Ella estaba como en shock. Llevaba casi cuatro horas en esa postura, esperando noticias. No hablaba, no comía, no bebía. Parecía casi un zombi ahí parado. Apenas movía la cabeza, sólo para mirar ocasionalmente la hora en el reloj del fondo. Ya habían pasado cuatro horas. Cuatro horas sin noticias, ni buenas ni malas.
Entonces, sin que Melinda lo esperase, un hombre comenzó a acercarse hasta ella. Bata blanca, indudablemente era médico. Melinda era incapaz de soportar la tensión, así que cerró los ojos esperando que todo se solucionase...
MELINDA: Diez, nueve, ocho, siete... (Tragó saliva)... seis, cinco, cu… cua… cuatro, tresss... (Empezó a ponerse tremendamente nerviosa)... dos... ... ... ... uno.
Una sensación de paz inundó el cuerpo de Melinda...
...
...
...
...
...
...
...
...
...
HENRY: ¡¡¡Ay!!! (Se quejó dolorido, frotándose el tobillo)
ALICE: Pero mira que eres patoso... (Dijo entre burlas) ¡Eres el único hombre del planeta que podría tropezarse con sus propias piernas!
HENRY: Ja, ja. Muy gracioso. ¿Acaso me vas a ayudar a recoger la bandeja?
PATRICIA: ¡Ya voy yo! (se ofreció con rapidez, soltándose del brazo de Alex)
ESTHER: Espera, que yo también os ayudo.
PHOEBE: Hace un tiempo maravilloso... (Dijo notando la dulce brisa entre sus cabellos)
OWEN: Sí. (Le reconoció mientras la besaba en el cuello) Ha sido una gran idea hacer una barbacoa en el patio, con toda la familia. (Le giró el rostro para besarla en los labios)
PRUE: ¡¡¡Ey!!! ¡Que tenemos niños delante! (se quejó entre risas mientras tapaba los ojos de la pequeña Bianca, que estaba en su regazo)
PHOEBE: ¿Envidia? (dijo con tono cortante, entre bromas)
RACHEL&BOBBIE&ESTHER&CHRIS: ¡Uuuuuuy! (dijeron al unísono entre burlas, alternando la mirada entre Phoebe y Prue)
PRUE: ¿Quién, yo? ¡Pero mírame! ¡Tengo éxito profesional y estoy en la segunda flor de mi vida! ¡Soy todo un partidazo! (dijo sonriente con una falsa chulería, a lo que todos respondieron con unas sonoras carcajadas, menos Esther) Por cierto, ¿no os lo había dicho? ¡¡¡He recibido una oferta para un puesto fijo de fotógrafa en la división de Chicago de Vanity Fair!!!
RACHEL: ¡Guau, eso es magnífico! (la felicitó emocionada)
DAG: El trabajo enriquece el espíritu, o eso dice el libro sagrado de los cristianos… (Señaló mientras jugueteaba con su puré de patatas)
WYATT: ¿Fabes fi nefefitan abogadof? (preguntó mientras devoraba su chuleta) Porque no me vendría mal un pequeño enchufe...
ALICE: Sí, claro. Muy listillo eres tú, ¿no? (dijo irónicamente)
PRUE: Veré qué puedo hacer... jejeje (dijo entre risas)
MELINDA: Prue, me alegro mucho por ti. (Dijo sonriente, tras lo que se quedó pensativa) ¿Quién nos iba a decir hace un par de meses que todo se iba a solucionar tan maravillosamente? Después de lo del cretino de James...
ALICE: ¡¡Amén, hermana!! (Le interrumpió con alegría mientras alzaba su copa de vino)
MELINDA: Y lo de Wyatt y Prue...
PRUE: ¿Qué puedo decir? Nunca me cansaré de darle guerra a los de... ¡¡¡detergentes!!! (La interrumpió entre risas, aunque evitando la palabra “demonios” en el último segundo)
ALICE: Claro, porque a todos nos encanta la colada bien limpita... (Se burló mientras entornaba los ojos)
MELINDA: Y sobre todo me alegro que al final todo se quedase en un susto... (dijo a Jared emocionada, mirándole con pasión a los ojos)
JARED: Cierto. ¿Quién me iba a decir a mí que con 27 años me iba a dar el primer ataque de epilepsia? (dijo entre risas)
MELINDA: ¡Oye! ¡¡¡Que yo me asusté muchísimo!!! (Se quejó poniendo cara de pucheritos)
JARED: Perdóname, intentaré que no vuelvas a preocuparte tanto (le confesó algo culpable, y a continuación le besó tiernamente en los labios)
TODOS: ¡Ohhhhhh! (exclamaron enternecidos)
BOBBIE: Y dime Melinda, ¿cuándo le daréis un hermanito a Bianca? (preguntó curiosa, aunque algo avergonzada)
MELINDA: Pues... lo hemos estado pensando. Y lo cierto... (se quedó pensativa, con una sonrisa en el rostro)
JARED: Lo cierto es que llevamos un par de semanas intentándolo (reconoció con una sonrisa radiante de felicidad)
Todos se sorprendieron por la buena noticia, y no tardaron en felicitar a ambos. Y en cuestión de segundos comenzaron un intenso debate sobre el posible nombre del bebé, en el que la voz de Alice retumbaba sobre la del resto con su recurrente argumento de “los beneficios de llamarse Alice, o en su defecto Alicio”. Melinda, sorprendida por el jaleo, se apartó un poco del resto y se aproximó a Jared.
JARED: ¡Vaya! Si llego a saber que se monta este escándalo, me hubiera esperado a decírselo cuando estuviésemos en el paritorio... (Reconoció abrumado)
MELINDA: Es igual. Si algo he aprendido durante estos años, es que hay que disfrutar de las buenas noticias cuando se puede...
JARED: Entonces por mi perfecto. (Dijo sonriente, mientras estrechaba a Melinda en sus brazos)
MELINDA: Desearía que este momento durase para siempre... (Suspiró feliz mientras apoyaba su cabeza en el pecho de Jared y notaba el latido de su corazón)
...
DOCTOR: ... la presión craneal, aunque su estado es crítico. ¿Entiende, señora Bradford? (le preguntó al notar que no le prestaba atención)
MELINDA: ... Claro. (Respondió con tristeza tras unos segundos) Pero dígame por favor, ¿qué le pasa a mi marido?
DOCTOR: Su marido tiene un glioblastoma multiforme en la base del cerebelo. Es un tipo de tumor muy insólito en hombres de su edad, y tremendamente agresivo. Hemos intentado extraerlo tras neutralizar el trombo, pero ha sido imposible. Es inoperable.
Melinda se llevó al instante la mano a la boca, completamente impresionada. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
MELINDA: ¿Puede… puede morir? (preguntó aterrada)
DOCTOR: Eso me temo. (Reconoció con la mirada caída)
MELINDA: Pero… ¿pero cómo? ¡¡Sólo tiene 27 años!! (le replicó destrozada) ¡¡¡Es un hombre fuerte!!! ¡¿Cómo le ha podido pasar esto?!
DOCTOR: No hay una determinación exacta de los motivos que puedan influir en la aparición del cáncer. Existen causas ambientales, como la exposición a determinadas sustancias o a radiaciones intensas…

JARED: ¿Estás bien, Melinda? (preguntó preocupado mientras se acercaba corriendo hasta ella) ¡Ahhh!
MELINDA: ¡¡¡Jared!!!
Arazot había aparecido al lado de Jared y le sujetaba la cabeza, emitiendo una intensa luz. Decía palabras sin sentido, y Jared sufría mucho. Entonces, Arazot le soltó.
ARAZOT: Ahora, mi dominio sobre ti es total, mi emisario en la Tierra. Tu voluntad me pertenece. Mátala.

DOCTOR: … o también es posible que derive de un traumatismo muy violento…

PROTEO: Jamás podrás vencerme.

Prue le dio una palmada en la espalda. Se había desplazado tan rápido que Proteo no se había dado cuenta.

PRUE: Ya veremos. (Le dio un puñetazo que e hizo volar varios metros) ¡Esta es por Helen!

Proteo cayó con violencia e hizo temblar el suelo. Uno de los edificios cercanos se derrumbó, y algunos cascotes iban directos a impactar sobre Melinda.

JARED: ¡Melinda!
Jared empujó a Melinda y recibió el impacto de los cascotes, cayendo inconsciente.

DOCTOR: … Aunque por supuesto, todo esto es especulación. A veces, simplemente se tiene mala suerte.
Melinda se sumergió en sus recuerdos mientras oía las palabras del médico, acrecentando su culpabilidad. En todas esas situaciones, Melinda había sido salvada por Jared en el último momento, sufriendo graves consecuencias a cambio. ¿Especulación? Eso era prácticamente una confirmación para Melinda. Ella había matado a su marido. O al menos, era lo que pensaba.
MELINDA: ¿Cu… cuánto le queda de vida? (preguntó casi sin voz)
DOCTOR: No podría asegurarlo. Días. Semanas, como mucho (respondió en un tono solemne)
MELINDA: ¿Días? Pero… ¡pero no puede ser! (se quejó entre lágrimas) Estaba perfectamente hace unos meses…
DOCTOR: El glioblastoma multiforme es un tumor que avanza con mucha rapidez. Y por lo que veo en su historial… (Empezó a rebuscar en su carpeta)… parece que no ha seguido ningún tratamiento. Lo siento mucho, lo único que podemos hacer ahora es procurar que esté lo más cómodo posible durante el tiempo que le queda.
MELINDA: … Está bien. (Dijo mientras se limpiaba las lágrimas) ¿Puedo… puedo verle?
DOCTOR: Por supuesto. Acompáñeme, está a punto de despertar de la sedación.
El doctor regresó por la puerta por la que había llegado. Melinda le siguió, pero antes de cruzarla, dirigió su mirada hacia atrás, hacia su familia. Chris se había sentado, y miraba hacia el suelo. Patricia y Phoebe estaban sentadas a su lado, cogidas fuertemente de la mano. Henry estaba de pie cerca de ella, abrazando a una desconsolada Rachel. Y Esther estaba entre medias de todos con expresión de sorpresa en su rostro, aun sujetando con fuerza los refrescos. Melinda se llevó la mano a la boca en señal de desesperación, y finalmente cruzó la puerta.
El pasillo era extremadamente largo y con cierta penumbra. Las paredes eran mates y de un color verde pastel, y el suelo completamente negro. Para Melinda, eso no era un simple pasillo: era el camino hacia el infierno. Tras mucho caminar, el doctor se paró frente a una puerta.
DOCTOR: Es aquí.
El doctor le señaló la puerta con la mano, y a continuación se la abrió en señal de cortesía. Melinda tragó saliva, dispuesta a afrontar lo que se encontrase. Pero era peor de lo que jamás hubiera imaginado…
Jared estaba completamente pálido y demacrado, y muchísimo más delgado de lo que Melinda recordaba. Tenía la cabeza completamente vendada y estaba conectado a varios aparatos, entre respiración artificial, medicación y control de ritmos vitales. Melinda se llevó las manos a la boca y emitió un grito sordo.
DOCTOR: El tumor envió un trombo hacia los pulmones, deteriorando gravemente su función respiratoria, por lo que hemos tenido que intubarlo. Puede hablar con él, pero le costará hacerlo.
MELINDA: Gracias doctor. (Le dijo mirándole a los ojos con una leve sonrisa) ¿Podría quedarme a solas con él?
DOCTOR: Por supuesto. Volveré en una hora.
El doctor se despidió, y a continuación abandonó la habitación. Entonces, Melinda cogió una silla y la puso con cuidado frente a la cama. Melinda se sentó, y entonces fue cuando sintió todo el peso del mundo sobre sus hombros. Melinda se puso a llorar intensamente, pero en silencio. Entonces, oyó cómo Jared se movía en la cama y gemía. Melinda cogió rápidamente un kleenex de su bolso y se secó las lágrimas, procurando que sus intensas ojeras no se mancharan de rimmel. Jared abrió lentamente los ojos y miró a su derecha, fijándose en el medidor cardíaco. Luego miró a su izquierda, centrando sus ojos en Melinda.
JARED: Mierda… (Susurró decepcionado)
MELINDA: ¿Mierda? ¿Es lo único que puedes decir? (preguntó incrédula)
JARED: ¿Sería demasiado tarde si te dijese que tengo una amante? (susurró sonriente)
MELINDA: Déjate de bromas… (Contestó arisca)
JARED: Te lo han dicho, ¿verdad? (preguntó serio)
MELINDA: ¡Nooooo! (respondió irónicamente) ¿Es que pensabas que un secreto así podrías ocultarlo?
JARED: Yo… (Intentó contestar, pero Melinda le cortó con rapidez)
MELINDA: Pero lo que no acabo de comprender es cómo te has atrevido a ocultármelo. ¿Es que no soy nadie para ti? (dijo elevando lentamente el tono)
JARED: Cuando supe lo que tenía, y que era incurable, sólo podía pensar en que no era justo que te hiciese pasar por esto. Me has dado tanto, Melinda Halliwell, y yo en cambio sólo te he traído dolor… (Dijo entre suspiros) Creí que lo mejor que podía darte era procurar que los últimos momentos que viviésemos juntos fueran lo más felices posible, sin nada que lo ensombrezca.
MELINDA: ¡Pero no debías ser tú el único que decidiese cómo pasar todo este tiempo! (contestó entre lágrimas)
JARED: Visto desde fuera puede sonar algo egoísta, pero recuerdo cada día que pasé con mi madre cuando creímos que mi padre había muerto. Ella creía que no me enteraba, pero podía oírla cada noche llorar en mitad de la noche. Nunca se recuperó de ese golpe, y no quería que a ti te pasase lo mismo, al menos durante todo el tiempo que pudiese evitarlo. (Confesó con dificultad) No voy a pedirte disculpas por ocultártelo. Si volviese a suceder, lo haría de nuevo.
La habitación se quedó en silencio. Para Melinda estaba siendo más duro de lo que pensaba, y las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos. Jared, en cambio, estaba tranquilo. Extendió su mano y la entrelazó con la de Melinda, intentando calmarla.
MELINDA: ¿Desde cuándo… lo sabes? (preguntó en un hilo de voz)
JARED: Desde octubre.
MELINDA: ¡¿Tanto tiempo?! (Dijo sorprendida, aumentando la intensidad de sus lloros)
JARED: Unos días después de que me dieran el alta por lo de San Francisco fui a que me hicieran una revisión. ¿Recuerdas que querías acompañarme y yo insistí en que quería ir solo? Ya entonces tenía malas vibraciones y… bueno, no me equivoqué. Aproveché durante la Comic-Con de Portland para ver a un especialista, pero no hubo suerte…
MELINDA: Pero… ¡pero esto es algo que no se puede ocultar durante tantos meses! Lo habríamos notado… (Se quejó confusa)
JARED: No me siento orgulloso, pero usé mi poder de ilusión para que no se notase el deterioro físico. Intenté ser lo más cuidadoso posible…
MELINDA: Por eso estabas tan raro todo este tiempo…
JARED: Sí.
Melinda soltó de repente la mano de Jared y se llevó las manos a la cabeza, agitándola nerviosamente.
MELINDA: Lo siento, no puedo seguir aquí. Demasiado para tan poco tiempo… (Dijo con seriedad, ya sin llorar) Tengo que ir a cuidar del bebé, no es seguro que se pase tanto tiempo sola con Dag y Bobbie como única protección.
Jared asintió con la cabeza, y Melinda se puso de pie y se dirigió a la puerta.
JARED: ¿Melinda? (le avisó por sorpresa, haciéndola pararse en la puerta)
MELINDA: ¿Sucede algo? (preguntó sin siquiera darse la vuelta)
JARED: No traigas a Bianca. No quiero que el último recuerdo que tenga de su padre sea este… (Le rogó, haciendo que Melinda volviese a llorar)
MELINDA: De acuerdo…
Melinda abrió la puerta, y justo cuando puso un pie en el pasillo, un trueno cruzó el encapotado cielo que se divisaba por la ventana.


JARED: ¿Hay alguien ahí? ¿Hola? (preguntó mientras se movía a tientas por la oscuridad)

El ambiente era muy húmedo, y el eco de sus palabras retumbaba en los oídos de Jared.

JARED: ¿Puede oírme alguien? (insistió elevando su tono de voz)

Tras decir esto, un aterrador gruñido se escuchó en mitad de la oscuridad. Parecía que algo acechaba a Jared, pero él no estaba dispuesto a dejarse intimidar. Entonces, una intensa luz cegadora apareció frente a Jared. Él se acercó lentamente a la luz, extendiendo su brazo…

JARED: ¡Aaaah! (se quejó despertándose de golpe)
Henry, que estaba mirando por la ventana, se dio la vuelta instantáneamente al escuchar los quejidos de Jared.
HENRY: ¡Ey, ey, ey! Colega, ¿estás bien? (dijo preocupado mientras se sentaba en la silla)
JARED: Claro. Si me das un minuto hasta te bailo una jota… (Dijo irónicamente, respirando con dificultad)
HENRY: Es buena señal que conserves el sentido del humor… (Le confesó entre risas)
JARED: ¿Dónde está todo el mundo? (preguntó con curiosidad mientras se mullía la almohada)
HENRY: El médico nos dijo que sólo podía quedarse una persona en la habitación, así que hemos estado haciendo turnos. Los demás están estirando las piernas por aquí cerca. ¡Es que llevas cerca de seis horas durmiendo!
JARED: ¿Y Melinda?
HENRY: Se fue a casa, a cuidar de la pequeñaja… (Dijo cambiando la expresión de su rostro)
JARED: Claro…
HENRY: … Puedo ir a buscarla, si quieres. Tardo unos segundos si voy orbitando.
JARED: No te molestes, no es tan importante. Bueno, entretenme. ¡Cuéntame algo! (le ordenó sonriente)
HENRY: … No sé. No se me ocurre nada. Estoy… bloqueado. (Dijo mientras miraba con aflicción el vaivén de la bomba del respirador)
JARED: ¿Qué tal el trabajo? ¿Has detenido a muchos delincuentes?
HENRY: Esto… me dieron ocho semanas de baja cuando supuestamente me “rompí” el brazo… (Dijo con desgana)
JARED: Ah, vale.
Ambos se quedaron callados, y un incómodo silencio invadió la habitación.
JARED: ¿Y qué tal con Esther? (añadió tras un rato sin hablar)
HENRY: Pues… muy bien, supongo. No llevamos muchos días viviendo juntos, pero se está bien. A veces os echo de menos, pero bueno…
JARED: Me alegro. Veo que os compenetráis muy bien.
HENRY: Sí… bueno. No es como las otras chicas, ¡hasta tiene una serpiente en casa! Tenemos gustos muy parecidos, y nos desagradan prácticamente las mismas cosas. Es… como estar saliendo con tu mejor amigo.
JARED: Es fantástico que hayas encontrado a alguien que te complemente, que te quiera y que te haga feliz. Cuando llegas al final del camino, realmente es lo único que importa.
HENRY: … ¡Ah sí! Claro… (Dijo como distraído) Esther es maravillosa, y tengo suerte de haberla encontrado y eso…

Por los pasillos del hospital, Patricia y Esther charlaban tranquilamente mientras caminaban hacia la cafetería.
PATRICIA: … y después de tener que soportar a esa niñata engreída, ¡resulta que me dice que su ex mujer está embarazada! (le confesó indignada)
ESTHER: ¡Ufff! (contestó poniendo una mueca de dolor)
PATRICIA: Pues aún hay más: resulta que la muy guarra se presenta anoche en el P3 a las 3 de la mañana, justo cuando vamos a cerrar.
ESTHER: ¡¡¡Nooooo!!! (Saltó sorprendida)
PATRICIA: Y la tiparraca esa se empieza a contonear como si ella fuese una señorona y yo una vulgar prostituta que le ha robado el marido… ¡y encima se atreve a amenazarme! (le dijo anonadada)
ESTHER: A mí me pasó algo parecido, solo que mi “novio” no estaba divorciado y yo desconocía de la existencia de una esposa.
PATRICIA: ¿Y qué hiciste?
ESTHER: Le reventé la luna de su querido Porsche y propagué por su oficina el rumor de que le practicaba la zoofilia. (Confesó entre risas)
PATRICIA: ¡Madre mía, que salvaje! (respondió impresionada) Pero Alex sí que me habló de ella, y mi primo Wyatt me confirmó que estaban legalmente divorciados…
ESTHER: Entiendo. Pero si quieres mi consejo, creo que ese tío no merece la pena. El amor tiene que ser algo bonito y natural, y no una invitación a la rifa de tus rótulas entre la mocosa y la “ex-tirada”…
PATRICIA: Quizá tengas razón…
Ambas, mientras hablaban, habían llegado finalmente a la cafetería. Entonces algo llamó la atención de Esther…
ESTHER: ¿Ese no es Henry? (preguntó dudosa mientras señalaba una mesa alejada)
PATRICIA: Seeep… ¡Y se está dando su típico atracón depresivo de tartas! (contestó con preocupación)
Patricia, al verle, comenzó a girar la cabeza en señal de desesperación. Entonces, se acercó deprisa hasta la mesa de Henry, seguida por Esther.
HENRY: ¡Buenaf tardef! (dijo sonriente con la boca llena y con el morro completamente manchado de chocolate)
PATRICIA: ¡¿Pero qué haces aquí?! (Le reprochó indignada)
HENRY: ¿No es evidente? (respondió mientras se frotaba el estómago con la mano que no sujetaba la cuchara)
PATRICIA: ¿Pero no se supone que te tocaba a ti hacerle compañía a Jared ahora mismo?
HENRY: Sí, bueno… lo estaba. Pero es que nos hemos puesto a hablar y… bueno, me ha dado en qué pensar.
ESTHER: Y pensar equivale a tartas… (Dijo impresionada)
HENRY: Bueno… unas cuantas. (Contestó ladeando la cabeza mientras se la rascaba)
PATRICIA: ¡¿Y has dejado a Jared sólo?!
HENRY: ¡No! Le he dejado con Dag. (Respondió sonriente)
PATRICIA: ¡¿Pero tú estás loco?! (Dijo abriendo los ojos como platos, tras lo que salió corriendo)
ESTHER: ¡Espera, te acompaño! (dijo mientras seguía a Patricia)
HENRY: … Sí, estoy loco por la tarta de triple chocolate… (Dijo sonriente mientras devoraba otro pedazo)

DAG: ... En realidad, es algo muy natural.
JARED: ¡Dios, ya lo sé! (se quejó completamente harto)
DAG: Ya. Por eso no acabo de comprender la obsesión que tiene vuestra especie por la muerte. En realidad, no es más que el comienzo de un nuevo camino...
JARED: Qué bonito... (Dijo sarcásticamente)
DAG: A mi me encantan los viajes (contestó sonriente)
JARED: ¿Y por qué no haces un viaje hasta ninguna parte y te pierdes? (saltó completamente cansado)
DAG: Es que no sé donde está ese ning... Espera, eso es lo que vosotros llamáis sarcasmo, ¿no? (dijo riéndose)
JARED: ¡Bravo! Lo has cogido tú solito... (Le espetó en tono burlón)
DAG: Gracias por tus felicitaciones. Entonces, ¿me puedes decir cuál es el motivo de que al ser humano le afecte tanto la muerte? (insistió curioso)
JARED: Aggg... ¿quizá porque no volverán a ver a la persona fallecida? No volverán a hablar con ella, ni tocarla, ni besarla... Habrá dejado de existir para siempre, y sólo quedarán los fríos recuerdos.
DAG: ... ¡Pero eso es mentira! La gente muere, todo el mundo se acaba reencontrando tarde o temprano. ¿Por qué entonces darle importancia?
JARED: ¿Quizá porque no todos somos como Matusalén? (le recriminó entre burlas) Nuestra estancia en este mundo es muy limitada, y quizá un año para ti sea algo insignificante, pero para nosotros es algo inmenso.
DAG: Ah, vale... Los seres humanos sois una especie emocionalmente compleja y vulnerable...
JARED: Es lo que somos...
DAG: ... ... ... Oye, he estado leyendo en los libros de Rachel de neurología sobre el glioblastoma multiforme. ¿Quieres que te cuente cómo vas a morir?
JARED: ¡¿Qué?! ¡¡¡No!!! (Le espetó asqueado)
PATRICIA: ¡Alto! (gritó sofocada tras abrir la puerta de golpe)
DAG: ¡No voy armado! (dijo inmediatamente mientras alzaba los brazos sobre la cabeza y se tumbaba en el suelo)
PATRICIA: Ammm, pensaba que Dag estaría haciendo alguna de las suyas...
JARED: No, que va. Somos muy buenos amiguitos... (Dijo irónicamente)
DAG: ¿Atacan los demonios?
ESTHER: ¿Demonios? (dijo sorprendida)
PATRICIA: Mierda... (Dijo medio atacada de los nervios)
Patricia comenzó a rebuscar nerviosamente en su bolso, hasta que encontró un pequeño frasquito con una poción y lo lanzó a los pies de Esther, haciendo que quedase paralizada al instante.
DAG: ¡¡¡Noooooooo!!! (Gritó asustado)
PATRICIA: ... ¿Y a qué viene eso? (dijo sorprendida)
DAG: La has drogado... La tele dice “no a las drogas”.
Patricia abrió los ojos como platos, mientras que Jared se llevó las manos a la cabeza en señal de desesperación.
PATRICIA: No la he drogado. Es una poción que replica el poder paralizador de Melinda. Y ahora señorito, creo que me debes una explicación.
DAG: Estaba contándole a mi amigo Jared cómo iba a morir. ¿Quieres oírlo también?
JARED: ¡¡¡Dios santo, haz que se calle o te juro que morirá antes que yo!!! (Soltó furioso)
PATRICIA: Dag, ¿qué te dijo Chris sobre hablar de magia a los mortales?
DAG: No he hablado de magia a...
PATRICIA: ¡Magia, demonios, brujas, duendes y enanos de mierda! (le interrumpió enfadada)
DAG: (tragó saliva) Me dijo que me pondría un bozal si no tenía más cuidado cuando hay mortales delante.
PATRICIA: ¡Pues has estado a punto de cagarla ahora mismo con Esther!
DAG: ... Perdón.
PATRICIA: ¡Ni perdón ni leches! Te lo hemos advertido, ¡a casa que vas!
DAG: ¡Joooo! ¡Pero entonces no podré terminar mi conversación con mi amigo Jared!
JARED: Una lástima... (Dijo irónicamente)
PATRICIA: ¡Me da igual! ¡Vamos! (insistió severamente)
Patricia le dio un pequeño toque en el brazo a Esther para que se descongelara. Entonces se acercó a Dag y tiró violentamente de su brazo.
PATRICIA: Lo siento Esther, pero tengo que llevar a Dag a casa. El pobre es retrasado mental y no es capaz de valerse por sí mismo. (Dijo con dureza a Esther, mirando de reojo a Dag)
DAG: ¿Qué? ¡Yo no soy...! (Patricia le dio un pisotón en el pie) ¡Ahhhh! Lo siento Esther, me he hecho cacotas encima...
PATRICIA: ¡Qué cruz! Lo siento Esther, ¿te importa hacer compañía a Jared hasta que Chris llegue?
JARED: ¡Por favor! No es necesario que…
ESTHER: ¡Por supuesto! Lo haré encantada. (se ofreció gentilmente, interrumpiendo a Jared)
PATRICIA: Gracias, seguro que Chris no tarda mucho en venir.
Patricia le dedicó una sonrisa mientras arrastraba a Dag del cuello de la camiseta. Esther entonces se sentó en la silla junto a la cama y se quedó pensativa durante unos segundos.
JARED: ... No tienes por qué molestarte en hacerme compañía.
ESTHER: No importa. Para mí no es ninguna molestia (afirmó sonriente)
JARED: Te lo agradezco. Es agradable tu compañía, al no conocernos mucho. Los demás... Es difícil afrontar sus reacciones, después de todo lo que hemos compartido juntos.
ESTHER: Sobrellevan el dolor como mejor pueden. La pérdida de un ser querido hace que te replantees toda tu vida hasta ese instante. No es algo que puedas reprocharles...
JARED: Dolor... (Susurró en voz baja)
“Sólo traigo dolor a la gente que quiero”, pensó para sí.

En el inframundo…

CHRIS: ¡Aaaah! (se quejó dolorido mientras saltaba por los aires por el impacto de una bola de energía)
Chris se levantó con rapidez y se escondió tras un enorme pedrusco. Se inspeccionó la zona de impacto de la bola de energía, pero sólo tenía rasguños.
CHRIS: ¡Voy a hacer filetes con tu pellejo, maldito bicho! (gritó furioso)
CRIATURA: ¡Kyaaaghhh!
Chris agarró con fuerza su ázame y salió de su escondrijo, dispuesto a batirse con aquel horrible demonio anfibio. La cámara estaba desierta, aunque aun se podía percibir la presencia de aquella bestia, acechando a su presa. Chris tenía sus cinco sentidos centrados absolutamente en la lucha. Sin embargo, aquel demonio anfibio era tremendamente hábil y escurridizo, por lo que acorralarle era una ardua tarea. Chris cruzó por una galería hasta llegar al lago de lava, un lugar aterrador.
CHRIS: Sé que estás aquí, bestia inmunda... (Susurró mientras empuñaba firmemente su ázame en posición de ataque)
Chris caminaba lentamente, pero no encontraba nada. Entonces, notó cómo algo viscoso caía repugnantemente sobre su cabeza. Chris, entre asqueado y aterrorizado, miró hacia arriba...
CRIATURA: ¡¡¡Fkyaaaaaghhh!!!

Sobre su cabeza, aquella horrible bestia exhibía sus aterradoras mientras escupía una especie de repugnante moco marrón por la boca. Antes de que Chris pudiera reaccionar, el demonio anfibio se abalanzó ferozmente sobre él, dispuesto a devorarle con sus enormes colmillos, aunque Chris consiguió asestarle un rodillazo en el tórax que le hizo separarse unos metros. Chris se levantó hábilmente del suelo con un salto, y empuñó el ázame en dirección al demonio. Este le correspondió con un sonoro rugido, y comenzó a lanzarle bolas de energía que Chris lograba esquivar con bastante dificultad. Chris entonces orbitó tras la criatura y le clavó el ázame en una zona carnosa entre las patas y su aleta dorsal, que más que hacerle daño le cabreó con creces. La bestia, de un zarpazo, lanzó por los aires a Chris, que chocó violentamente contra el suelo. Antes de poder dejarle reaccionar, el demonio lanzó su pegajosa lengua, amordazando a Chris.

CHRIS: ¿Con que... esas... tenemos? (dijo respirando con dificultad)

El demonio emitió un pavoroso rugido, dispuesto a devorar de un bocado a Chris. Pero éste canalizó su telekinesis con los ojos, haciendo flotar infinidad de afiladas rocas que impactaron contra la criatura. Chris cayó al suelo con fuerza, y con mucho esfuerzo se levantó y empuñó su cuchillo en busca del demonio, que gruñía y rugía violentamente mientras borboteaba un montón de sangre negruzca y pegajosa de sus heridas. Chris se acercó con rapidez, pero el demonio anfibio, al sentirse amenazado, corrió en dirección al lago de lava y se zambulló en una fracción de segundo.

CHRIS: ¿¡Será…!? (Dijo anonadado mientras la criatura surcaba velozmente aquel mar de fuego)
Chris empezaba a sentirse estúpido, pero entonces centró su atención hacia donde el demonio se dirigía y comenzó a sonreír.
CHRIS: Te tengo (dijo con total seguridad)
Chris orbitó, mientras que la criatura se aproximaba rápidamente hacia la otra orilla del lago de lava, donde una nueva caverna se abría entre la pared de piedra. El demonio cruzó la entrada con lentitud, pero entonces…
CHRIS: Fin del juego, sabandija… (Susurró sonriente mientras le clavaba la daga repetidas veces en el abdomen)
La bestia no se lo esperaba, y estaba demasiado cansada como para contraatacar, por lo que cayó moribundo al suelo. Chris le rebanó el cuello por precaución, y entonces procedió a cercenar la suave y viscosa piel que recubría el tórax del demonio anfibio, que se desintegró entre llama azuladas segundos después.
????: ¡¡¡¡Fkyaaaaghhh!!!!
CHRIS: ¡Oh, oh! ¿Era… tu… mamá? (se preguntó aterrado)
Chris sacó la caja metálica que guardaba en el bolsillo de su chaqueta, y con mucho asco guardó el trozo de piel viscosa. Chris se dispuso a orbitar, pero entonces recibió un fuerte golpe que le estampó contra la pared. Cuando Chris alzó la mirada, vio ante él otro demonio anfibio, este muchísimo mayor que el anterior.
CHRIS: Mierda… (Se quejó justo antes de recibir un nuevo porrazo) Esto empieza a ser bastante patético…
El enorme demonio le dio una coz con sus poderosas pezuñas, haciendo que Chris saliera volando en dirección al lago de lava. Antes de que cayese en él, Chris se dio por vencido y orbitó hacia la mansión.
CRIATURA: ¡¡¡Grrrrrrrkyaaaaaaaaghhhhhh!!!

En el ático de la mansión Halliwell, Bobbie removía una poción en el caldero sin saber muy bien lo que hacía.
BOBBIE: … ¡Puaaaj! ¡¡Bicho!! (Se quejó mientras olisqueaba los vapores)
CHRIS: ¡¡¡Aaaaagh!!! (Chilló mientras aparecía orbitando en el ático y salía volando por la inercia del golpe del demonio)
BOBBIE: ¿Chris? (dijo preocupada)
CHRIS: Presente… y casi entero… (Se quejó mientras se levantaba del suelo)
BOBBIE: Estas… lleno de heridas (dijo algo cortada)
CHRIS: Ahora no importa. ¿Has hecho lo que te pedí?
BOBBIE: He estado aquí todo el tiempo, cuidando de tu… ¿sopa? (dijo confusa)
CHRIS: ¡No es una sopa! Es la receta del milagro (le corrigió sonriente)
BOBBIE: Yo es que de pociones no entiendo…
CHRIS: No importa. Obsérvame y algo aprenderás.
BOBBIE: … Claro, por supuesto…
CHRIS: Estoy creando la esencia de la panacea.
BOBBIE: ¿Panacea? ¿El remedio universal? Pensaba que era sólo un mito… (afirmó desconcertada)
CHRIS: Eso decían, pero encontré en el mercado demoníaco – al que por supuesto no irás jamás si puedo evitarlo – unos pergaminos sobre magia prohibida de la edad media.
BOBBIE: No me parece una fuente demasiado fiable, sobre todo si está relacionado con esos… demonios.
CHRIS: Más le vale que sea cierto, porque he tenido que cambiarlos por mi querida colección de espadas germanas... Pero todo sea por salvar a Jared. Es el marido de mi hermana, y por extensión mi hermano. Y mi madre me enseñó que nunca se abandona a un hermano… (Dijo con tristeza)
BOBBIE: Espero que tengas razón… (Dijo mientras cruzaba los dedos, esperando que tuvieran buena suerte)
CHRIS: Bien… se supone que sólo me falta añadirle la piel de demonio anfibio y ya estará lista (dijo mientras sacaba la piel de la cajita metálica)
BOBBIE: ¡Puaj! Eso se parece a las acelgas del asqueroso cocido de mi tía Debby…
CHRIS: Em, mejor que te eches atrás… (Le advirtió mientras acercaba la piel al caldero)
Bobbie se echó para atrás, y entonces Chris soltó la piel dentro del caldero. Empezó a emitir un pitido ensordecedor, y entonces la poción comenzó a corroer el caldero y todo lo que encontrase a su paso como si de un potente ácido se tratara.
CHRIS: ¡¡¡Maldito grimlock de mierda!!! (Gritó furioso)
BOBBIE: (acercándose hacia el agujero del suelo)… Emm ¿he de suponer que la poción se ha ido a la porra?
MELINDA: ¡¿Pero a que narices viene este puñetero desorden?! (Gritó enfadada desde la habitación de abajo, mirando al agujero del techo?!
Melinda llevaba horas como loca limpiando la casa, y parecía cada vez más desquiciada.
CHRIS: ¿Pero todavía sigue así? (preguntó sorprendido a Bobbie)
BOBBIE: ¡¡Nooooooo!! Ahora está desinfectando las juntas de los azulejos.
CHRIS: Escondiendo su dolor entre galletas y balletas… ¡No podía ser más parecida a su madre! (dijo entre suspiros)
BOBBIE: ¿Debemos preocuparnos?
CHRIS: Pues…
PATRICIA: ¡Vuelve aquí, pedazo de cenutrio! (gritó desde la entrada de la mansión)
DAG: ¡Pero se suponía que tenía que volar! ¡¡Mary Poppins es una mentirosa!! (Replicó indignado)
CHRIS: (bajando rápidamente las escaleras) ¡¿Pero se puede saber a que viene semejante escándalo?! ¡¡¡Que tenemos a un bebé durmiendo!!!
PATRICIA: (señalando a Dag) ¡Me ha robado el paraguas, ha empezado a dar saltos con él como un loco y como ha visto que no salía volando por los aires lo ha destrozado a golpes!
CHRIS: Pero…
PATRICIA: Y encima, cuando le he intentado convencer de que eso no estaba bien, ¡me ha gruñido y me ha lanzado los restos del paraguas, haciendo que cayera de cabeza a un charco!
DAG: En la televisión pusieron un video en el que pasaba lo mismo y todo el mundo se reía. Pero Patricia no se ha reído… (Dijo con tristeza, poniendo cara de pena)
CHRIS: (cediendo ante la cara de pena) ¡Oh, vamos Patty! Hay que tener un poquitín más de comprensión…
Patricia abrió los ojos como platos, mientras que Dag sonreía de felicidad.
PATRICIA: ¡¡¡Le ha hablado a Esther de demonios!!! (Soltó furiosa)
DAG: ¡Aaaaah! ¡¡¡Chivata!!! (Gritó ofendido)
Dag salió corriendo escaleras arriba, mientras que Chris comenzó a enrojecer de ira.
CHRIS: ¡¡¡Alto ahí, jovencito!!! (le espetó enfurecido mientras le perseguía)
PATRICIA: ... ¿A que viene ese desastre en el salón? (preguntó mientras señalaba los restos humeantes que el ácido había provocado)
BOBBIE: Es una laaaaaarga historia... (Dijo entre suspiros)
PATRICIA: Ah, eso lo explica todo...
MELINDA: ¡Paso, paso! (ordenó mientras cruzaba a empujones por el pasillo)
Melinda se había ataviado para la ocasión como si fuese de misión de limpieza a Chernobyl: mono azul, gafas protectoras, casco, guantes, un cubo con detergentes extrafuertes y, por si fuera poco, una visera de soldador. En cuestión de segundos se puso manos a la obra en la tarea de limpieza de la poción fallida.
PATRICIA: ... ¡¿Y por esto no ha ido a visitar a Jared?! (Dijo entre preocupada y sorprendida)
BOBBIE: Chris piensa que está intentando ocultar su dolor a toda costa, y lo cierto es que viendo la repentina compulsión por la limpieza que tiene no es una idea descabellada...
PATRICIA: Bueno, Melinda es muy obsesiva con estos temas...
BOBBIE: ¡Pero esto no tiene ni punto de comparación! Ha estado pasando la seda dental a las juntas del parquet, ha explotado prácticamente toda la vajilla porque estaba manchada de vaho y ha sacado una hornada de galletas del horno sin protegerse las manos. No estoy demasiado puesta en esto de la brujería, pero juraría que ha practicado un hechizo sobre sí misma para no sentir dolor...
PATRICIA: Bufff, ¡esta familia va de mal en peor! (dijo para sí con resentimiento)
Suena el timbre. Patricia se dirigió a abrir la puerta, y cuando la abrió se quedó completamente sorprendida. Era Isabel. Estaba completamente calada por la lluvia y por la rojez de sus ojos se podía deducir que había estado llorando.
PATRICIA: Lo que me faltaba... A ver, ¿qué más quieres? Tú has ganado y yo he perdido, punto. (le recriminó con dureza)
ISABEL: Po… Por… Por favor, ¡ayúdame! (le rogó entre lágrimas)
PATRICIA: ¿Qué te ayude? Eso tiene gracia...
ISABEL: (mirando alternativamente a ambos lados) Esa mujer... ¡esa mujer es el diablo!
PATRICIA: ¿Ah sí? ¿Y qué te ha hecho? ¿Te ha castigado sin postre? (preguntó irónicamente)
ISABEL: Esa mujer manipula a mi hermano...
PATRICIA: ¿De qué me suena eso? Ah... (Soltó sarcásticamente)
ISABEL: ¡Le tiene como dominado! No sé que clase de droga le ha dado, pero le tiene domado como un cachorrito. Hace todo lo que ella dice, le obliga a fundirse la herencia de nuestros padres en sus caprichos... y creo que si no hace lo que le pide le pega. Después de lo mal que lo pasó la primera vez con esa bruja, y lo que le costó divorciarse...
MELINDA: ¿Tu amiga se va a quedar a cenar? (gritó desde el salón)
PATRICIA: ¡No creo! (le respondió al instante)
MELINDA: ¡¡¡Pues que no me manche el suelo de barro, que lo tengo recién fregado!!! (Gritó con exigencias)
PATRICIA: Ayyyyyyyy... (Suspiró harta) Alex es mayorcito. Puede cuidarse él solo.
ISABEL: ¡Pero le tiene como un zombi! Nos está arruinando la vida, y ya ha conseguido que me eche de casa. A veces la miro a los ojos y parece como si quisiera matarme. ¡¡¡Tengo miedo!!! (Confesó aterrorizada)
PATRICIA: ... Mira, son vuestros problemas familiares y creo que lo mejor es que me mantenga al margen. Tengo problemas mucho más importantes que atender ahora mismo, y ya me quedó muy claro cuál es mi lugar en todo esto. (Dijo duramente)
ISABEL: Está bien... (Contestó desolada) Pero quiero que tengas esto. Rebecca se ha deshecho de todos los recuerdos que teníais juntos, aunque aun queda este último...
Isabel rebuscó en su mochila hasta encontrar un osito de peluche azul, compañero del osito rosa que Patricia guardaba y que Alex ganó para Patricia en su tercera cita en la feria. Patricia sostuvo con cuidado aquel preciado recuerdo en sus manos, dejándose llevar por la melancolía mientras Isabel abandonaba el porche de la mansión.
MELINDA: ¡¡¡Pero cierra de una puñetera vez la puerta, que se va a escapar el calor!!! (le exigió a gritos)
PATRICIA: Me parece que alguien necesita una desintoxicación mágica... (Afirmó con ira)


JARED: ¿Hay alguien ahí? ¿Hola? (preguntó mientras se movía a tientas por la oscuridad)
El ambiente era muy húmedo, y el eco de sus palabras retumbaba en los oídos de Jared
JARED: ¿Puede oírme alguien? (insistió elevando su tono de voz)
Tras decir esto, un aterrador gruñido se escuchó en mitad de la oscuridad. Parecía que algo acechaba a Jared, pero él no estaba dispuesto a dejarse intimidar. Entonces, una intensa luz cegadora apareció frente a Jared. Él se acercó lentamente a la luz, extendiendo su brazo.
????: ¿Puedes oírme?
JARED: Sí. ¿Dónde estoy?
????: No tengas miedo...

JARED: ¡Aaaagh! (se quejó despertándose de golpe)
NATHAN: ¡Hijo! ¿Te encuentras bien? (preguntó preocupado)
JARED: Aagh... ¿Cuánto he dormido? (dijo dolorido)
NATHAN: No te preocupes por eso.
JARED: ... ¿Y esto? (dijo señalando las correas de sus brazos)
NATHAN: Tuviste una especie de... ataque. Intentaste quitarte el respirador y agredir a una enfermera, y eras incapaz de reconocernos. Estabas como loco, y tuvieron que amordazarte para que no hicieses daño a los demás o a ti mismo...
JARED: Genial. Me siento como un puñetero lisiado. (se quejó cansado)
NATHAN: Hijo mío, no es culpa tuya...
JARED: Por favor, no te compadezcas de mí. Es lo último que querría (le advirtió con tristeza)
NATHAN: Está bien. ¿Y qué quieres que haga?
JARED: Lo único que quiero es que antes de que me vaya, me prometas algo.
NATHAN: Hijo, no...
JARED: ¡Por favor! Es importante. (Dijo interrumpiéndole)
NATHAN: ... Lo que sea, hijo. (Dijo mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos) Haré cualquier cosa que me pidas.
JARED: Quiero que cuando yo no esté cuides de ellas. De Melinda y Bianca. Son el mayor legado que jamás pude imaginar que dejaría en este mundo.
NATHAN: Te lo prometo, hijo mío. Con mi vida si es necesario. Y no habrá ningún día en que mi nieta no sepa el gran padre que tuvo...
JARED: ... Entonces, puedo morirme tranquilo y feliz, sabiendo que estarán a salvo.
Nathan se limpió las lágrimas del rostro, y a continuación sostuvo la mano de su hijo. Padre e hijo se miraron intensamente a los ojos, como si nunca hubiesen perdido aquel precioso tiempo. Pero entonces, el cuerpo de Jared comenzó a convulsionar violentamente...
...
????: ¿Puedes oírme?
...
????: No tengas miedo...
...
...
ENFERMERA: ¡Pupilas dilatadas! ¡Ritmo sinusal a 210!
DOCTOR: ¡Tiene una hemorragia craneal! ¡Tenemos que llevarlo a quirófano enseguida! (gritó mientras arrastraba la camilla por los pasillos)
NATHAN: Vamos, pequeño Jared. ¡Tienes que luchar! ¡¡¡No puedes dejarme ahora tras volvernos a encontrar!!! (Dijo desolado mientras acompañaba a la camilla)
Nathan corría por el pasillo, persiguiendo la camilla, hasta que se tuvo que parar a las puertas del área restringida. Entonces, Nathan cayó derrotado al suelo.
HENRY: ¡¡¡Nathan!!! (Gritó mientras corría a ayudarle)
RACHEL: ¡¿Qué sucede?! (Le preguntó mientras corría hacia su lado)
NATHAN: ¡Se muere! ¡¡¡Mi hijo se muere!!! (Gritó desolado)
RACHEL: ... No... Otra... vez... no. ¡¡¡Otra vez no!!! (Gritó mientras se alejaba corriendo hacia la salida)
NATHAN: Mi familia... mi familia... (Dijo entre quejidos)
HENRY: Nathan...
NATHAN: ...
HENRY: ¡¡¡Nathan!!! (Dijo mientras le zarandeaba de los hombros)
NATHAN: Es mi único hijo... todo lo que me queda...
HENRY: No voy a permitir que se muera. ¡Te lo prometo!
Henry dejó a Nathan allí, y se fue corriendo hacia los aseos. Una vez dentro, se aseguró de que no había nadie y orbitó...

En el inframundo, Alice se encontraba recostada en el trono de la fuente, ensimismada en sus pensamientos mientras acariciaba su cuello. Intentaba por todos los medios evitar acordarse de aquel vívido sueño, pero la inexplicable hermosura de tonalidades de aquel amanecer regresaba siempre a su memoria.

HENRY: ¿Alice?
ALICE: Shhh...
Alice se levantó y se dirigió hacia Henry, y antes de que éste pudiese hablar, Alice le besó tiernamente en los labios. Pero entonces, se llevó la mano a los labios y la expresión de su rostro cambió por completo.
ALICE: ¡¡¡Tú!!! (Dijo con ira, tras lo que le abofeteó)
HENRY: ... No estoy aquí para soportar tus neuras de loca psicópata, Alice. (Le recriminó hiriente)
ALICE: ¡¿Te crees que no veo tus intenciones?! (Dijo mientras le atizaba un puñetazo) ¡¿Qué no sé que intentas confundir mis sentimientos?! (Le anunció mientras le daba otro puñetazo) ¡¿Qué no se que...?!
Alice intentó atizarle otro puñetazo, pero Henry le agarró el brazo y a continuación la lanzó violentamente por los aires con su telekinesis.
HENRY: ¡¡¡Cállate de una puta vez!!! (Gritó iracundo)
ALICE: Vaya... (Dijo mientras se levantaba dolorida del suelo) Veo que por fin muestras tus garras... Me alegro. Esto lo hace... más interesante.
HENRY: ¿Así que todo esto es un juego para ti? (le recriminó sorprendido)
ALICE: ... Puede ser. (Afirmó dubitativa)
HENRY: ¡Jajajajajaja!
ALICE: Qué, ¿te hago gracia? Eso sí que es nuevo...
HENRY: No, Alice. Me das pena. Eres una vergüenza para el apellido Halliwell. (Contestó con dureza)

Alice, completamente fuera de si, lanzó una potente ráfaga de hielo hacia Henry, congelándolo por completo. La expresión de su rostro era completamente diabólica. Entonces, Alice rebuscó con la mirada por todos lados, hasta que encontró aquella extraña daga que robó semanas atrás, y una perversa idea cruzó su desequilibrada mente. La sostuvo entre sus manos y practicó un leve corte en la palma de su mano izquierda. Alice, con una expresión malévola, se acercó a Henry empuñando la daga, mientras se relamía la herida. Pero antes de que Alice pudiera hacer nada, la figura de hielo estalló en mil pedazos. Alice quedó completamente sorprendida.

ALICE: ¡Henry! ¡¡No!! (Dijo con culpabilidad) Yo no... Yo no...

Entonces, Henry apareció orbitando tras ella, y con una llave lanzó a Alice al suelo, le quitó la daga y se apoyó sobre ella, sosteniendo la daga sobre su yugular.

HENRY: Mira Alice, lo creas o no, no vengo buscándote a ti.
JAMES: (fluctuando ante ellos) Entonces supongo que me buscas a mí. ¿Qué tal todo, Matty?
HENRY: ¡¡¡Cierra el pico, sabandija!!! (Le dijo con ira)
JAMES: ... Es justo. Al fin y al cabo, eres tú quien tiene la daga en el cuello de mi amor. ¿O era tu amor? No sé, no se me dan bien las...
HENRY: Jared se muere. (Le interrumpió)
JAMES: ¡¿Qué?! (Dijo incrédulo)
HENRY: Jared, aquel del que tanto presumías como tu hermano, se muere. Tiene un tumor cerebral terminal. Ahora mismo le están operando, y podría...
JAMES: ¿Y qué? (dijo despreocupado)
HENRY: ¡¿Es que no te importa?! Pensaba que tú más que nadie querría que no le pasase nada malo, que le podrías salvar ¡¡¡Se supone que erais como hermanos!!!
JAMES: Espera... ¡oh, mi hermano se muere! (dijo fingiendo preocupación) Pues... creo que no. ¿Dónde quedaría entonces mi fama como despiadada Fuente de todo mal?
HENRY: ¡¡¡Cabrón!!! (Dijo levantándose con rapidez y lanzándose contra James con la daga en mano)
JAMES: Un paso más y te parto el cuello. (Le advirtió con frialdad, haciéndole parar en seco) ¿Sabes? Hoy me siento hasta generoso. Por nuestra antigua “amistad”, estoy dispuesto a dejarte escapar con vida. Pero por supuesto, antes me darás la daga, si no deseas probar mi bola de fuego...
HENRY: (miró la daga, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro) ¿Dónde quedaría entonces mi fama como tocanarices de La Fuente de todo mal? ¡Arena!
Henry, actuando con rapidez, usó su telekinesis orbitacional para lanzar arena a los ojos de James. Este, furioso, le lanzó una bola de fuego, pero con la deficiencia visual erró en el blanco y le dio la oportunidad a Henry de orbitar fuera del inframundo. James, dominado por la ira, comenzó a gritar y maldecir como un histérico.

En el hospital, Nathan estaba sentado en la sala de espera, completamente en shock. Phoebe estaba a su lado intentando calmarle, pero parecía como si estuviese en otro lugar. Patricia llegó corriendo hasta ellos, acompañada por Bobbie.
PATRICIA: ¡Phoebe!
PHOEBE: Todo se está desmoronando... (Dijo entristecida, acariciando el brazo de Nathan)
PATRICIA: ¿Sabéis algo nuevo?
PHOEBE: Lleva ya media hora en el quirófano, y no sabemos nada. Nathan está completamente bloqueado, y no ha dicho nada desde que se llevaron a Jared...
BOBBIE: Es horrible. Quiero decir, no conozco a Jared de hace mucho tiempo, pero siempre ha sido muy bueno conmigo, y ha sido muy comprensivo conmigo por eso de que ambos crecimos sin nuestros padres...
PHOEBE: ¿Y los demás?
PATRICIA: Chris y Dag están buscando sitio en el aparcamiento. Y Melinda... pues sigue igual.
PHOEBE: ... La llamaré por teléfono. (Se ofreció impulsiva)
Phoebe comenzó a rebuscar su móvil en el bolso, pero se acordó de que no le quedaba batería. Le hizo una señal a Patricia para que le prestase el suyo, pero al pasarle el bolso a Phoebe la correa se le partió y se desperdigaron sus cosas por el suelo. Phoebe, Patricia y Bobbie se lanzaron deprisa al suelo para recogerlo todo, siendo la primera la que recogió una especie de osito de peluche de color azul. Entonces Phoebe entró en trance, y pudo captar una premonición.
Isabel caminaba en mitad de la noche, con los ojos llorosos y aterrorizada. Miraba a todos lados en una actitud paranoica. Ella se dispuso a cruzar rápidamente la calle, pero entonces unos intensos faros de coche la deslumbraron. Antes de que pudiese reaccionar, el coche se lanzó a toda velocidad hacia ella, atropellándola con violencia.
PHOEBE: ¡¡¡Oooohhhh!!! (Se quejó al salir del trance)
PATRICIA: Phoebe, ¡¿qué has visto?! ¿Es Jared? (preguntó preocupada)
PHOEBE: No, era... Isabel. (Contestó afectada) ¡Un coche la va a atropellar, en la esquina de Madison Street con Carpenter!
PATRICIA: ¡¡¡Joder!!! (Dijo enervada)
Patricia cogió con rapidez su móvil y se dirigió corriendo a la salida.

En los pasillos del subsuelo de la Red Swan, Rachel corría entre aterrada y furiosa.
SRD-WEAN: Por favor, identifíquese.
RACHEL: ¡¡¡Que te den por el culo, cabrón!!! (Gritó iracunda)
Rachel dirigió su ira sobre el terminal del ordenador principal del edificio, usando su onda expansiva para hacerle estallar. Entonces sacó su portátil, se conectó a la red del subsuelo y pirateó el sistema para que le diese acceso al área de experimentación.
RACHEL: Me da igual lo que diga esa puta estirada. ¡Esta misma noche te pondré en el programa de experimentación, Jared! (dijo para sí)
Finalmente, la puerta corredera se desbloqueó. Rachel caminó con decisión hacia dentro, pero entonces se quedó anonadada.
RACHEL: Dios... santo... (Dijo completamente boquiabierta)
Ante Rachel había cientos de biocápsulas, con personas completamente sedadas en su interior. Rachel bajó las escaleras despacio, sin perder un ápice de su inmensa sorpresa. Por mucho que estuviesen ayudando a curarse a toda esa gente, a Rachel le fue inevitable sentir un horrible escalofrío por todo su cuerpo. Tanta gente ahí metida, y llena de sondas y de medidores biométricos... Para Rachel, por alguna extraña razón, era imposible que la imagen de un matadero llegase a su memoria. Sin saber por qué, Rachel se acercó a una de las biocápsulas en concreto, y tras limpiarle el vaho acumulado, su desconcierto llegó al máximo.
RACHEL: Ne... ¡¿Nellie?!
Entonces, sin que Rachel se lo esperase, alguien la sujetó con fuerza por detrás mientras le tapaban la boca. Rachel gemía con fuerza y pataleaba sin parar, hasta que su captor y ella llegaron a una zona recóndita con paneles eléctricos.
MARC: Tranquila Rachel. No voy a hacerte daño. Te voy a soltar, pero te ruego que no grites. ¿Has entendido? (le dijo con calma)
Rachel movió la cabeza en señal afirmativa, y Marc procedió a soltarla.
RACHEL: ¡Uffff...! ¿Pero que coño es eso? (dijo asqueada)
MARC: No deberías estar aquí, Rachel. Es peligroso.
RACHEL: No has contestado a mi pregunta. (Le recriminó tajante) Hay algo que no cuadra en este sitio.
MARC: ¿Nunca te has preguntado por qué Karen Andrews es tan altruista? ¿Por qué sería capaz de sacrificar su imperio con el desarrollo de un tratamiento que reduciría el consumo de medicamentos en un 80%?
RACHEL: Un momento... ¿me estás diciendo que Karen no va a seguir con el experimento? (dijo con el corazón encogido)
MARC: No. Intento decirte que Karen Andrews no está intentando curar el cáncer. Tiene intenciones ocultas. Ilegales. Malignas.
RACHEL: Pero... ¿y toda esa gente? ¡Y Nellie! ¡Tiene a Eleanor Mason, mi compañera en la facultad de medicina! (le soltó asustada)
MARC: Toda la gente que hay allí tiene algo que Karen ansía. Algo que es vital para el éxito de su experimento.
RACHEL: ¡Pero Nellie no tiene nada de especial! Es lista, aunque nada fuera de lo común. Pero la gente decía que estaba loca porque... (Paró al instante, quedándose completamente boquiabierta) Son brujos, ¿verdad?
MARC: Bingo. Y también tú, y toda tu familia. Lo sabe, y os está vigilando...
RACHEL: Pero...
MARC: Shhhhh... (La hizo callar de repente) Oigo ruidos...
Marc cogió su iPad y se introdujo en el sistema de seguridad del edificio, comprobando el sistema de vigilancia.
MARC: ¡Mierda! ¡Karen viene hacia aquí! ¡No puede pillarte aquí o nos matará! (le advirtió aterrado)
RACHEL: Emmm... ¡¡¡Henry!!! (Dijo entre susurros)
HENRY: (orbitando)... ¿Dónde narices me traes? Bah, da igual. ¿Te gusta mi nuevo juguetito? (dijo orgulloso de la extraña daga robada)
RACHEL: ¡Ahora no! (le recriminó mandándole callar)
MARC: ¡Rachel! Necesito que me hagas el favor de contactar con el subdirector Harrison del FBI y que le des el mensaje de que el agente especial Oliver Platt “tiene el pavo en el horno”.
RACHEL: ¿Oliver Platt? (preguntó confusa, mientras se oía el rechinar de unos tacones)
MARC: Soy yo. ¡Y ahora date prisa!
Henry y Rachel orbitaron justo cuando Karen se acercaba a ese pasillo, hablando por el móvil.
KAREN: ¿Qué estás haciendo ahí, Marc? (dijo acusándole con la mirada)
MARC: Esto... el terminal de la puerta se ha sobrecargado y ha estallado, y estaba comprobando que no se habían fundido los relés del sistema de refrigeración de la cámara de experimentación.
KAREN: ... Esa es labor del personal de mantenimiento. (Le recriminó con dureza)
MARC: Cierto, señora Andrews. (Dijo agachando la cabeza)
KAREN: Universitarios... (Dijo con desprecio mientras entraba en un laboratorio y continuaba hablando por teléfono) ¿Por dónde iba? ¡Ah sí! Necesito que sigas vigilando todos sus movimientos. Y es preciso que ella no dude en ningún momento de su origen mágico. ¿Entendido, Saul?

Mansión Halliwell...

SAUL: No entiendo por qué es tan importante que Bobbie crea que siempre ha sido una bruja...
Red Swan...
KAREN: ¡¿Acaso necesito darte explicaciones?! ... ¡Pues porque si piensa que estaba destinada a recuperar sus poderes, el vínculo entre las dos se hará más fuerte y por tanto serán más vulnerables!
Mansión Halliwell...
SAUL: Gracias por todo, señora Andrews. Le mantendré informado.
MELINDA: (abriendo de par en par la puerta) Aquí hay mucho ruido...
SAUL: Miau (dijo convertido de nuevo en gato)
MELINDA: Puff, ¡que asco de gato!
SAUL: ¡Fffffggg! (bufido)

En algún lugar de las calles de Chicago, Patricia corría a toda prisa mientras marcaba números en el móvil. Tras escuchar varios tonos, por fin Isabel le contestó.
PATRICIA: ¡Isabel, ¿estás bien?! (Preguntó preocupada)
ISABEL: ¿Patty? ¡¡¡Tengo miedo!!! Creo que alguien me persigue... (Dijo por el móvil, con voz asustada)
PATRICIA: ¡Tranquila cariño, dime dónde estás y llegaré en un segundo!
ISABEL: No... no lo sé. Creo que es... Madison Street
PATRICIA: Joder... ¡¡¡No te muevas de allí!!! (le ordenó asustada)
Patricia corrió con todas sus fuerzas, intentando llegar a tiempo. Estaba a punto de llegar a Madison Street, pero temía que no consiguiera llegar a tiempo. Rogaba a los cielos que todo saliese bien. Sofocada, consiguió llegar al extremo de Madison Street, y al fondo podía divisar a Isabel, muerta de miedo.
PATRICIA: ¡¡¡Isabel!!! (Gritó mientras corría)
ISABEL: ¡¡¡Patty!!! (Gritó sonriente mientras se disponía a cruzar la calzada)
PATRICIA: ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOO!!!!! (Le ordenó aterrada)
Pero ya era demasiado tarde, y cuando Isabel quiso darse cuenta, era demasiado tarde. En una fracción de segundo el coche la arrolló sin piedad, dejándola tirada en mitad de la carretera, inconsciente. Patricia corrió a ayudarla, con lágrimas en los ojos.
PATRICIA: ¡¡¡Un médico, por favor!!! (Chilló desolada)
Una extraña brisa corrió en mitad de la noche, haciendo volar del bolsillo de Isabel una hoja de Ecintio, árbol maldito del infierno, un símbolo de mala suerte.

A la vuelta de la esquina, un coche con la luna rota y con sangre aparcaba.
REBECCA: Un problema menos. (dijo en un tono maléfico, mientras olía el aroma de una rosa negra)

En el quirófano del Hospital General de Chicago...
DOCTOR1: Soy incapaz de neutralizar el coágulo... ¿Puedes ayudarme? (le pidió al otro doctor)
DOCTOR2: ¡Clamp! (ordenó a la enfermera)
DOCTOR1: Eso es, perfecto.
ENFERMERA: Sus constantes son estables, señor.
DOCTOR1: Esta bien, parece que podemos cer... ¡Oh Dios, oh Dios!
ENFERMERA: ¡Doctor, sus constantes vitales caen en picado!
DOCTOR2: ¡Le ha estallado la arteria!
DOCTOR1: ¡Vamos chico, no nos hagas esto!
...
...
JARED: ¿Hay alguien ahí? ¿Hola? (preguntó mientras se movía a tientas por la oscuridad)
El ambiente era muy húmedo, y el eco de sus palabras retumbaba en los oídos de Jared
JARED: ¿Puede oírme alguien? (insistió elevando su tono de voz)
Tras decir esto, un aterrador gruñido se escuchó en mitad de la oscuridad. Parecía que algo acechaba a Jared, pero él no estaba dispuesto a dejarse intimidar. Entonces, una intensa luz cegadora apareció frente a Jared. Él se acercó lentamente a la luz, extendiendo su brazo.
????: ¿Puedes oírme?
JARED: Sí. ¿Dónde estoy?
????: No tengas miedo...
JARED: ¿Quién eres?
????: ¿Por qué no te quitas la venda?
JARED: ¿Qué? ¡No llevo...! (se palpó los ojos, sorprendiéndose) Oh, claro...
Jared se quitó la venda, intentando acostumbrarse a la luz. Al principio sólo podía ver dos figuras borrosas, y el mar de fondo. Poco a poco, sus ojos empezaron a enfocar...
JARED: ¿Billie?
BILLIE: Hoy hace un día precioso, ¿no?
JARED: ¿Y tú eres...? (preguntó dudoso)
ELEANOR: ¿Ves? Te dije que no se acordaría de mí... (Le dijo a Billie)
BILLIE: Tiene muchas cosas en la cabeza...
ELEANOR: ¡Ah sí! Perdona por lo del tumor...
JARED: ¡Tú eras nuestra obstetra!
ELEANOR: ¡Bingo! (dijo mientras aplaudía)
JARED: Entonces... ¿estoy muerto? (preguntó confuso)
BILLIE: Sí... y no. Estamos aquí... y no estamos en ninguna parte. En este sitio la vida y la muerte se dan la mano.
JARED: ¿Esto es... el Limbo?
BILLIE: Sí... y no. He estado en el Limbo, y no se parece a esto. Este sitio... tiene una energía especial, como si no hubiese estado nadie en mucho tiempo. Un lugar de reunión muy antiguo, anterior a la palabra escrita.
JARED: Siento interrumpir la lección de historia, ¿pero qué hago yo aquí entonces?
ELEANOR: Todo sucede por una razón.
BILLIE: Todo sucede por una razón.
JARED: Vale... ¡estáis empezando a asustarme!
ELEANOR: No podemos ver más allá del horizonte, pero lo que está claro es que todo lo que ha sucedido en tu vida tenía que llevarte aquí.
BILLIE: Todos teníamos que estar aquí justo en este instante. La vida y la muerte nos marcaron para que llegara este momento.
JARED: Pero... no tiene sentido. Phoebe ya ha estado aquí. ¿Es que va a morir también?
ELEANOR: Ella es empática.
BILLIE: Phoebe sólo ha encontrado el camino que las emociones de otra persona marcada le han permitido recorrer.
JARED: ... Prue (dijo entre susurros)
BILLIE: Su camino le llevará hacia Hong Kong...
ELEANOR: ... y aunque ella no lo sabe, necesitará vuestra ayuda para sobrevivir.
...
JARED: Espera...
...
JARED: Creo que me están llamando...
BILLIE: ¡Jared! (le avisó mientras se daba la vuelta)
ELEANOR: Tened cuidado con Karen. Sabe mucho más de lo que parece...
...
...
...
Jared abrió los ojos despacio. La luz del techo de la habitación era cegadora. Jared intentó cubrirse los ojos con la mano derecha, pero por alguna razón tenía el lado derecho de su cuerpo paralizado.

CHICA: No puedes mover la parte derecha del cuerpo. Surgieron complicaciones en la operación de urgencia que te hicieron anoche.
JARED: Mmmmmmed.... mmmmediccccco?
CHICA: No, no soy de este hospital
JARED: Qu... qqqqqqui.... qqqqquién?
CHICA: ¿Quién soy? Eso ahora no es importante...
JARED: ¿Eeeeeerrrrrress...?
CHICA: No, no soy el ángel de la muerte. Pero pronto acabará todo, no te preocupes. Al fin y al cabo, todo sucede por alguna razón.

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La chica desconocida le dedicó una sonrisa, y entonces se encaminó a la salida de la habitación. Pero en la puerta se cruzó con un hombre con un ramo de flores, al que le dedicó una mirada de desprecio. El hombre pasó a la habitación, y cerró la puerta.

JARED: Yyyyyyuuuuupppppi... (Dijo con desgana)
JAMES: Se supone que a los enfermos se les trae flores, ¿no? Espero que no te importe que estén usadas, se las robé a una vieja...
JARED: ¿Qqqqqqqqué...?
JAMES: ¿Qué hago aquí? ¡¡Me ofendes!! Soy tu hermano, o lo más parecido a un hermano que jamás has tenido. ¿Acaso pensabas que no iba a venir a verte morir? (dijo con una enorme sonrisa en los labios)
Jared, al escuchar aquello, usó todas sus fuerzas para levantar su brazo izquierdo y hacerle un corte de mangas.
JAMES: Enseñando los dientes incluso hasta el final... ¿Sabes? Eso ha sido algo que siempre me ha gustado de ti. Supongo que te preguntarás cuáles son mis intenciones...
JARED: Pppppues nnnnnno...
JAMES: ¡Jared! (dijo mientras se acercaba y le acariciaba el rostro) Tú y yo somos hermanos. Tenemos un pacto de sangre, y no puedo permitir que estés en esta situación. Voy a salvarte...
JARED: Sssssiemmmmppprrrre ppppprrrotttteggiennndonosss...
JAMES: Exacto, siempre protegiéndonos. Siempre salvándonos. Y yo te voy a salvar de este horrible destino.
James se acercó al respirador y lo desenchufó. Sonriente, se acercó a Jared, y sin que él se lo esperase, le apretó el cuello con fuerza, asfixiándole.
JAMES: Hoy es el día de mi graduación, hermanito. ¡¡Gracias a ti abandonaré hasta el último atisbo de inocencia de mi ser y me alzaré como el demonio más poderoso que jamás haya existido!!

La cara de James era absolutamente diabólica, mientras arrebataba los últimos suspiros de vida de Jared...

En la cocina de la mansión Halliwell...

MELINDA: Bien, lasaña terminada, cepillos de pelo desinfectados, vigésimo cuarta hornada de galletas acabada, salón remodelado... ¿Qué me falta? ¡Ah sí! Desinfectar los juguetes de Bianca. ¿Quieres que desinfecte tus juguetitos, mi vida? ¿Quieres? (dijo con voz ñoña mientras se inclinaba sobre el carrito de Bianca)

En ese mismo instante, Bianca comenzó a llorar con fuerza. El cuerpo de Melinda brilló con un fulgor dorado, y tuvo que agarrarse a la mesa para no perder el equilibrio. De repente, Melinda sintió una intensa punzada en el corazón, y al mirar hacia delante lo volvió a ver: su Doppelgänger.

MELINDA: No... por favor... (le rogó con lágrimas en los ojos)
DOPPELGÄNGER: Parte de ti... muere con él... (Respondió con voz gutural)
El Doppelgänger se abalanzó hacia Melinda, hasta traspasarla fantasmagóricamente. Melinda comenzó a llorar desconsolada, y entonces el teléfono comenzó a sonar.
MELINDA: ¡¡¡Nooooooooo!!! ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
Melinda gritó desconsolada, liberando su poder contra la pared, que estalló en mil pedazos.

En el hospital, todos estaban desolados. Seguían sentados en aquellas sillas de la sala de espera, confiando en que sólo fuese un error.
CHRIS: No sé qué decir, ahora no.
PHOEBE: Creo que esto lo resume todo: Destino 1, Halliwell 0...
RACHEL: Tantas cosas... y tan seguidas...
HENRY: Estamos gafados.
DAG: Creo que siento una pesadez en el estómago.
CHRIS: No me extraña. Supongo que todos le echaremos de menos...
DAG: Desconocía que tomar cinco granizados de frutas hiciera echar de menos a la gente...
ESTHER: ¿Y que tal está tu amiga, Patty? Isabel se llamaba, ¿no?
PATRICIA: Los médicos hacen lo que pueden, pero ha perdido mucha sangre... (Comienza a llorar) Pero Alex... No coge mis llamadas, y ni siquiera ha ido a visitarla...
ESTHER: Lo siento mucho, Patty. Cuenta conmigo para lo que...
De repente, todos miraron hacia atrás. El rechinar de los tacones, esa forma de caminar tan característica... sólo podía ser Melinda. Llevaba en brazos a la pequeña Bianca, y tenía los ojos irritados y con unas enormes bolsas. Se acercó al grupo, y se inclinó para pasarle el bebé a Nathan.
MELINDA: Vamos cariño, quédate aquí con el abuelo... (dijo mientras Nathan la cogía)
Melinda, una vez pasó al bebé, siguió adelante, en dirección a la morgue.
CHRIS: Melinda, no… (Le rogó interrumpiéndola)
MELINDA: ¡Ni se te ocurra, Chris! (dijo con dureza, dándose la vuelta) He perdido a mi marido, e iré a despedirme de él si me da la gana...
Todos se quedaron callados, sabiendo que no era lo correcto, pero incapaces de detenerla. Aquellos días habían marcado de diferente forma a cada uno, pero les habían marcado, así que aun siendo incapaces de comprender el dolor que ella estaba sufriendo, entendían sus motivos.

En la morgue, el forense se disponía a realizar el primer corte de la autopsia, pero un intenso ruido le detuvo. Al mirar hacia las puertas, descubrió a Melinda.
FORENSE: Señorita, no puede...
MELINDA: Es mi marido...
FORENSE: Oh, señora Bradford... La acompaño en el sentimiento. (Dijo solemnemente) Estaba a punto de hacer la autopsia, aunque parece que la causa fue un fallo del sistema respiratorio. Si me perm...
MELINDA: Fuera
FORENSE: Lo siento, pero no puedo dejarla sola en...
MELINDA: Fuera. ¡¡¡FUERA, FUERA, FUERAAAAAA!!! (Gritó furiosa)
FORENSE: ... Está bien, tiene cinco minutos.
El forense se dirigió a la salida, mientras que Melinda cogía un taburete y se sentaba frente al cuerpo sin vida de su esposo. Melinda no pudo evitar llorar con fuerza...
MELINDA: Ahora que no estás, me siento vacía. ¡Va a ser tan difícil seguir adelante después de todo lo que hemos pasado! Me siento furiosa, impotente... ¡pero sobre todo no puedo parar de pensar que quizá haya sido mi culpa! (se limpió las lágrimas con la manga) Quizá si hubiera dicho algo, o hubiera actuado de otra manera... aun seguirías con vida. ¡Y lo que más me duele es por Bianca! Te vas a perder tanto... Te juro que cada día velaremos todos por ella, y espero que sea suficiente. ¡¿Pero... y si no lo es...?! Te vas de mi lado tan pronto, y sólo puedo pensar en cuánto amor te llevas...
Melinda se inclinó sobre el cuerpo de Jared y le dio un último beso en los labios.
MELINDA: ¡¡Te quiero...!! (Dijo completamente desolada)
Melinda abrió su bolso, sacó un pañuelo y se limpió las lágrimas que brotaban de sus ojos. Era la despedida. Se puso de pie, dispuesta a abandonar la sala, pero frente a la puerta encontró a alguien que no esperaba...
WYATT: Melinda... (Dijo con tristeza)
MELINDA: ... Wyatt (respondió con dificultad)
Melinda, caminando deprisa, se acercó a Wyatt y lo estrechó con fuerza en sus brazos, y Wyatt correspondió al abrazo. No hacían falta palabras, ambos conocían el dolor del otro porque era el mismo dolor que sentían. Melinda y Wyatt se cogieron de la mano, y tras un último vistazo hacia atrás, abandonaron la sala...
...
...
...
...
...
El cuerpo de Jared comenzó a brillar. Su piel volvía a estar sonrosada y sus heridas se cerraban...
JARED: ¡¡¡AAAAAAAAAAAAGHHHHHH!!! (Chilló de dolor sobre la camilla de la morgue)

Escrito por Marlop88
 

2 comentarios:

  1. Hola a mi me gsutaron mucho las embrujadas y veo que ustedes ha encho una continuacion de la seri y queria saber si habia capitulos en video xk yo vi esto en youtube http://www.youtube.com/watch?v=XpRJUnjp_TE bueno pues felicidades por el trabajo espero una respuesta :)

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  2. Gracias por tus amables palabras!! La verdad es que no tenemos capítulos en video, porque nuestros conocimientos de montaje de videos no llegan a tanto. Lo sentimos mucho, pero si de todas formas tienes tiempo para leer y pasar un buen rato, puedes leer nuestros relatos escritos y comentar lo que te apetezca ^^

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